Con cierta frecuencia recibimos padres preocupados porque su hijo presenta dificultades de aprendizaje. Muchas de las llamadas que recibimos para consulta en el campo infantil y educativo versan sobre este aspecto.

Dificultades de aprendizaje

Las dificultades de aprendizaje son una realidad presente en un gran porcentaje de la población escolar en algún momento de su escolaridad, es decir, no tienen porque constituir algo continuo ni tienden a perpetuarse.

El perfil habitual de un niño con dificultades de aprendizaje es el de un niño con una inteligencia normal, con un rendimiento normal, que en un momento determinado de su escolaridad presenta algún tipo de dificultad en el campo académico, generalmente en algún campo relacionado con la escritura o con la lectura. La evaluación psicopedagógica es determinante para poder enfocarlo de forma adecuada y poder establecer una intervención dirigida a las dificultades específicas que este niño presente.

Una de las grandes complicaciones que presentan las dificultades de aprendizaje para la vida escolar de cualquier estudiante radica en el rendimiento. Su capacidad intelectual y cognitiva no suelen estar afectadas, es decir, tiene una capacidad entre normal y buena pero, sus circunstancias, su dificultad, hace que rinda por debajo de su capacidad. Dicho en un lenguaje llano: podría hacer más. El gran problema que nos encontramos es cuando un profesor, unos padres o cualquier agente implicado en la educación del niño piensa que no hace más porque no quiere. ¡NO! No hace más porque no puede: porque tiene una dificultad para leer, para escribir, para comprender lo que lee, para concentrarse durante un tiempo determinado en algún tema en concreto…

En nuestros procesos de evaluación siempre tenemos muy en cuenta los conceptos de rendimiento posible, rendimiento deseado y rendimiento actual. Manejarse entre ellos y conocer dónde nos situamos y dónde deberíamos estarlo es esencial para comprender el grado de dificultad, las implicaciones de la misma y qué piezas hemos de mover para lograr un impacto apropiado en la intervención. Desde esta perspectiva, estudiamos cuatro aspectos clave.

  • El grado de gravedad: donde valoramos cómo el niño percibe su situación y cómo ésta conecta con su autoestima, autoconcepto, posible remisión espontánea (sin recibir intervención) o la necesidad de la misma.
  • Grado de afectación: realmente muy relacionado con la gravedad. Cómo influye a nivel emocional, familiar, personal, relacional, social, conductual, etc. Sin duda son   factores que guardan gran relación con el establecimiento en el tiempo de la dificultad  y con el pronóstico.
  • Temporalidad: Relacionada con el grado de afectación y gravedad. En ella valoramos qué recuperación espontánea podría existir y cómo sería una recuperación tras una intervención.
  • Recursos: los recursos con los que puede contar un niño pueden llegar a ser ilimitados. Frente a las dificultades de aprendizaje encontraremos niños con magníficos recursos que minimizarán una dificultad importante de aprendizaje, pero también veremos niños  con dificultades de aprendizaje muy discretas que, por su escasez de recursos, presentan un mayor grado de afectación en su rendimiento escolar.

En base a este análisis podremos estar hablando de problemas escolares, problemas escolares asociados a una dificultad específica/inespecífica del aprendizaje, bajo rendimiento, bajo rendimiento asociado a escasez de recursos, etc. 

No dude en consultar con nosotros telefónicamente cualquier aspecto que pueda generarle dudas o preocupación. Le atenderemos telefónicamente sin ningún tipo de compromiso y quedaremos a su disposición.